Instantánea. Instante. Momento condensado. Acciones íntimas expuestas a miradas anónimas: Los traseros en los reclinatorios del ejército de Salvación; el salto prohibido de los adolescentes al agua que bien pudieran haber inmortalizado Doisneau o Lartigue, juegos a pesar de la guerra; ternura en un desfile nazi, como si ni siquiera en esos momentos desertara del todo; el erotismo de los niños balineses que nos violentan – invadimos su paraíso y nos muestran sus gráciles cuerpos, orgullosos de su sensualidad (el pudor es un problema que dejan para el que mira)-. Exhuberancia en los paisajes, miradas en color atrapadas en fotogramas en blanco y negro, rostros nítidos y modernos, perfiles rotundos, delimitados por la luz, que se explican por sí mismos. Ningún efecto, los matices los aporta la expresividad de los propios modelos. En la belleza de los rostros adolescentes e infantiles se trasluce una admiración hacia los retratados, una disculpa por revelárnoslos tal vez en posturas inconvenientes.
La cámara acaricia el instante con temor a que la poesía se evapore. Niños sabios, antiguos, en los que sólo la frivolidad puede ver un cuerpo. Singapur, Java, Sumatra, Bali y Europa. Aquí cambia el registro. La desesperación se puede captar y la melancolía se desprende de los torsos cubiertos de hollín, coronados por la mirada vacía del que nada espera. Mujeres hundidas hasta las rodillas en un escorial agotando todas las posibilidades que los deshechos puedan ofrecer y adolescentes que ya lo han visto todo. Gotthard Schuh reconoce los anónimos mineros de Bélgica, como su coetánea Dorothea Lange lo haría en Estados Unidos, como los que pertenecieron a aquella estirpe de fotógrafos que supieron con su testimonio convertir en noticia lo importante, denunciar que la pobreza se había convertido en una anormal cotidianeidad, porque ¿desde cuando esa vida se puede considerar digna? Al mismo tiempo, les restituye su humanidad mostrando el imprevisto, lo que les delata en un momento. Retrata y se expone, nos cuenta de su añoranza del paraíso perdido, del desencanto, como un moderno Sthendal que buscase redimirse en la belleza. 113 Fotografías, noventa y tres de ellas de Gotthard Schuh, que datan de entre 1929 y 1956, y veinte fotografías adicionales de Robert Frank, Werner Bischof, Jakob Tuggener y René Groebli, presentándole junto a los fotógrafos suizos más importantes de su tiempo, todos ellos miembros del Kollegium Schweizer Photographen en los años cincuenta. Y Schuh delatándose en la intimidad de su mirada, como parte implicada en el retrato.
La muestra se pudo visitar hasta el 19 de febrero de 2012 en la Fundación Mapfre, que sigue apostando por propuestas originales y exquisitas.
http://www.exposicionesmapfrearte.com/schuh/
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